Fraternidad Apostólica
María Madre de los Misioneros

SALUDO DEL SEÑOR OBISPO

Monseñor José Hernán Castrillón Mejía

A quienes lean estas líneas; Paz y bien en nombre de nuestro Señor Jesucristo y de su santísima Madre.

Bienvenidos a este sitio web; destinado para difundir una experiencia eclesial Católica Apostólica no Romana, basada en la vivencia del evangelio, que busca restaurar la dignidad propia de los Hijos de Dios recibida en Cristo Jesús y vivida desde el amor, la fraternidad y la misericordia con quienes han sido llamados Santos por el Bautismo y la acción vivificadora del Espíritu Santo Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”

Queremos una iglesia sencilla, fraterna, abierta, demócrata, incluyente no excluyente que permita avanzar en el estudio de nuestros orígenes, desmitificando y analizando las costumbres y valores de l iglesia primigenia, cumpliendo con el mandato apostólico; “Id pues y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28,19), regidos por la ley del amor y la práctica de la misericordia; al ejemplo de Jesús que presentan los evangelios que era portador  de la Luz: Hablaba con las mujeres, comía con los ladrones y prostitutas. Pero, además, interpretaba la Ley en profundidad.

Queremos una iglesia que considere al ser humano como una unidad integral con múltiples dimensiones pero que no siga pensando que es un compuesto de partes opuestas; reconociendo que somos los Hijos predilectos de Dios, y su naturaleza es la nuestra, Él nos hizo libres y nos doto con todas las cualidades, esta es la verdad. “Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra… “(Génesis 1, 26)

Queremos construir el reino de Dios, que está dentro de nosotros, dentro de cada corazón, “Sois el templo del Dios viviente, como Dios mismo lo dijo: “viviré y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo… ustedes serán mis hijos y mis hijas,” 2ª de Corintios 6:16,18). Nuestra misión es construir templos, pero el templo que hay dentro de cada uno de nosotros; porque para qué sirve construir templos para Dios, si él no está en el templo de nuestro corazón; Dios se encuentra en la iglesia viva, en la que se construye desde el interior del hombre y sale al encuentro del otro. La oración se hace para que tengas cada vez más conciencia de ti. “Jesús le dic e: Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre… pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren” (Juan 4:21-23)

El evangelio y su vivencia es el centro de nuestra predicación, buscando no imitar costumbres e interpretaciones amañadas. A Jesús no le interesaba que lo reconociese como Mesías, el mesías que ellos esperaban, sino que querían ser Él mismo fiel a la verdad. Liberar a la persona humana y a la sociedad en general de paradigmas y expresiones de religiosidad popular que se han arraigado en nuestra sociedad, por las cuales juzgamos como bueno o malo al prójimo y sus actos; sin saber si con ello respondemos verdaderamente al amor cristiano.

Por tanto, reconocemos las Sagradas Escrituras como básicas en el caminar cristiano y útiles en el proceso de crecimiento personal. 2ª Timoteo 3:16 “Toda escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el bien”.

La verdadera religión tiene que liberarnos, quitarnos miedos y no esclavizarnos, si no llevarnos a reconocer como hijos de Dios dignos y capaces de realizarnos como seres humanos en la búsqueda y amor hacia el prójimo, como a nosotros mismos. La religión puede ser de gran ayuda mientras no la hagamos más importante que Jesucristo; por su parte; la espiritualidad es un ejercicio individual y responsable de la persona que puede ser ayudada por la expresión religiosa; pero que ha de nacer en cada uno y cuanto más sea uno mismo, será más auténtica y tendrá la capacidad de aportar a la experiencia comunitaria de iglesia.

Buscamos una trasformación permanente en una continua conversión que nos lleve a responder al llamado de la Santidad y Perfección en Cristo Jesús, así; los primeros cristianos utilizaban el término “Metanoia”, asociando su significado al arrepentimiento, que denota en sí mismo transformación o conversión entendida como un movimiento interior que surge en toda persona que se encuentra insatisfecha consigo misma.

La metanoia es también denominada como transformación profunda de corazón y mente a manera positiva, y de manera cómo se ven y aceptan los hombres y las cosas.

Juan Bautista y Jesús insisten en la metanoia, en vivir la vida bien despiertos es decir cambiar tu corazón de piedra por uno que no se cierre a la verdad.

El arrepentimiento es morir de verdad al pasado para instalarse en el presente mirándolo con ojos nuevos. Lo que importa es responder a Dios con el corazón; este es el sentido del hombre nuevo de efesios; “a renovar el espíritu de vuestra mente, y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad.” (Efesios 4, 23-24)

Reconocemos que los signos visibles instituidos por Jesucristo y que celebramos como sacramentos son siete. De igual manera valoramos otros signos presentes en nuestra vivencia eclesial y que son útiles en el culto sagrado, los cuales reconoceremos como sacramentales.

La Eucaristía es el centro de nuestra vida y labor pastoral, por ello deberá celebrarse sin convertirla en un acto de simonía, discriminación, o celeridad, cuya búsqueda es complementar el proceso de evangelización y no la sacramentalización, con ánimo de fortalecer la fe de la comunidad y su crecimiento espiritual.

A nadie se le niegue la eucaristía, ni se le juzgue como fue en vida, asúmase por el bien de la comunidad, obrando con misericordia y dejando a Dios ser Dios en su juicio.

Es necesario que los ritos de la santa Misa, permitan a la comunidad participar y disfrutar de la Eucaristía como una reunión de hermanos con su Padre. Siempre se suministrará a los fieles el sacramento bajo las dos especies consagradas, permitiendo celebrar con la hostia tradicional o pan ázimo, procurando transmitir el sentido de alimento, de igual modo; se permite celebrar en comunidades familiares que fomenten la intimidad; tal como fue la costumbre de las primeras comunidades cristianas, haciendo entender que el templo es la iglesia y el lugar del sacrificio es el altar y el corazón del hombre.

Reconocemos la importancia de la oración personal, lo mismo que la oración comunitaria; que puede ser acompañada de cánticos y lecturas bíblicas. La oración nace de la intimidad con el Padre, del diálogo con Él; por medio de la cual se establece una relación cercana que nos conlleva a la realidad de convertir toda nuestra cotidianidad en ofrenda y adoración.

Recuerden el pasaje del Evangelio en que Los discípulos piden a Jesús que les enseñe a orar y Jesús les responde; “Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará.” (Mateo 6, 6:)

Por último, invito a todos los Señores Obispos, Presbíteros, Diáconos, fieles y a quien ingrese a este espacio web; a unirse conmigo en la oración diaria, pues sin esta, no podremos combatir al maligno que tanto daña los corazones

De los hijos de Dios.

Que el Dios Altísimo les continué dando su bendición y les llene de abundancia y prosperidad, cada uno de sus proyectos. Y yo desde la distancia, los bendigo

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

QUE POR TODO EL ORBE DE LA TIERRA TE CONFIESE LA SANTA IGLESIA.

“Te per orbem terrarum sancta confitetur Eclesial”.

† Mons. José Hernán Castrillón Mejía
Obispo Presidente – Representante Legal IFAMMM
Obispocastrillon.ifammm@gmail.com

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